HOMENAJE A MIS PADRES

(Inspiración y amor hacia una tierra)

1954. Lito con sus padres y su prima Adelita en la fiesta de la Soledad.

La inspiración y aportación directa de mis padres ( Manolo el sastre y Mina de Fresneo) a este proyecto ha sido determinante. Ello, unido a mi firme propósito por desarrollarlo ha hecho realidad la publicación de estos volúmenes sobre la tierra natal. Fenómeno que, leído en términos algébricos, podría representarse bajo la ecuación singular:

DOS + UNO = CUASITODO + C

Expresión que, deja traslucir un término complementario que llamaremos C que cuantifica la colaboración del colectivo turonés (de la que no nos olvidamos nunca) pues, de forma absolutamente mayoritaria y desinteresada, puso inestimables dosis de voluntad, una vez que el proyecto estaba en marcha, que sirvió para que éste no decayera en intensidad durante bastantes años.

                                                 

              

Manolo el sastre a los 23 años de edad

Una  colaboración excepcional

                                                                                                     Mi padre enfermó en 1985 a causa de una dolencia cardiovascular que se fue complicando gradualmente en los años siguientes. No obstante, desde su silla de ruedas, gracias a su fuerza de voluntad y a su afición por la lectura,  pudo entretenerse con  los dos primeros libros que publiqué sobre Turón en los años 1995 y 1997 ; sin embargo,  a partir de 1999, que coincide con la publicación del tercer volumen, «Turón. Crónica de medio siglo(1930-1980)»,todo fue distinto. La enfermedad le iba minando y algunos de los medicamentos que, necesariamente, le eran administrados a diario (Neosidantoína) para prevenir, al parecer, ataques epilépticos, le producían efectos negativos como una somnolencia involuntaria y perdía, con bastante frecuencia, la concentración. Fallecería, finalmente, el 9 de abril de 2001 después de 15 años de postración (precisamente desde el momento en que iba a alcanzar la jubilación que no pudo disfrutar) y la víctima principal sería mi madre que fue la que tuvo que soportar mayoritariamente aquella adversidad.

Manolo sastre
1965. Manolo el sastre a los 44 años

 Mi padre fue el gran inspirador de los libros de Turón

                                                  Desaparecía, Manolo el sastre- nombre con el que  familiarmente era conocido. El gran inspirador de esta aventura que fue la investigación de la historia de Turón. No son simples palabras sonoras, huecas y carentes de sentido. Muy al contrario, están cargadas de razón porque desde edad temprana  comenzó a descubrirme el Turón que él conoció en su adolescencia, coincidente con  los tiempos de la II República cuando el Valle rayó a mayor altura. Período, el republicano, del  que hubiera sido imposible obtener datos en mi juventud porque estaba totalmente prohibido tocar esos temas con nadie pues eran considerados tabú al coincidir en el tiempo con un gobierno de fuerza, el del general Franco, surgido como consecuencia de una cruel guerra pasada que dividió a los españoles. Las décadas de los años veinte  y treinta del pasado siglo  supusieron el intervalo más brillante de nuestra tierra turonesa desde la óptica industrial y cultural. Es lo que hemos dado en llamar la época del «Turón glorioso». Conocimientos fundamentales que quedaron grabados en mi mente y que serían decisivos, como ya comenté en alguna otra ocasión, para que un día me decidiera a profundizar en el pasado de nuestro valle. El fallecimiento de mi progenitor fue un duro golpe para mí, si bien  el hecho de padecer una enfermedad tan larga, ya me había privado desde el principio de muchas ventajas  y de no pocas satisfacciones. Digo esto porque, en condiciones normales y en esa aventura que comencé a finales de los años ochenta, su ayuda, tanto física como moral, me hubiera resultado de un valor incalculable. Durante sus largos años de postración, me habló muchas veces de ese apoyo que muy gustoso me hubiera proporcionado, una vez publicados  aquellos libros. Lo certifico porque siempre supe de su entusiasmo por la Cultura y, en particular, por la Historia. Pero el destino se fue por otro lado. No obstante,  con estas líneas quiero dejar patente su colaboración extraordinaria  y capital en el desarrollo de esta historia.

                                                   Con la muerte  de mi padre, la relación con mi madre, Mina de Fresneo, se hizo más intensa y, a medida que iba escribiendo sobre la época inmediatamente anterior a la Guerra Civil, a sugerencias mías, comenzó a volcar todas las anécdotas que había acumulado de sus años de infancia y juventud.

La memoria prodigiosa de mi madre me puso en contacto con infinidad de datos del Turón antiguo.  Con todo,  su aportación más importante fue el inculcarme un amor incondicional hacia la tierra de nuestros antepasados

Mina de Fresneo II
Mina de Fresneo a los 18 años.

De las interminables charlas que mantuve con ella quedé impresionado de la extraordinaria fijación de sus recuerdos y de la meticulosidad con que me contaba cada acontecimiento del que ella había sido protagonista o bien le había ocurrido a sus vecinos o a su propia familia (ver  «En busca del Turón perdido» págs. 124-126 y «El despertar de Turón» págs. 93-94). Llegué a reunir en una carpeta decenas de folios de esas experiencias en las que recogía de sus labios informaciones tan dispares como la recolección de la escanda, (ver «Informaciones del Turón antiguo» págs. 39-40 y 78-81), los nombres de todos sus compañeros y compañeras en las escuelas de Ablaneo y del  “Cuartu San Pedro” y los numerosos topónimos correspondientes a prados y lugares en Fresneo y su entorno. pues, hay que tener en cuenta que la montaña estaba parcelada y cada sitio tenía el nombre correspondiente (ver «En busca del Turón perdido»  págs. 301-303). Gracias a ella permanecerán topónimos en esa zona que sin su concurso se hubieran perdido para siempre, como una prominencia que ya se observa desde Peñule lanzando una visual hacia Ablaneo. Pues por encima de este pueblo aparece un montículo. Su nombre: «el picu l´Aguilera». Es fácil adivinar que los antiguos le asignaron ese nombre porque veían en el cielo como las aves rapaces merodeaban por aquel lugar; también, por debajo de esa colina, en su lado oeste, hay una pequeña meseta que llamaban «La  yana los cabreros»., denominación que tiene su origen en la parada que allí hacían en la antigüedad los pastores que apacentaban los rebaños comunales.No es de extrañar que, Mina de Fresneo, después de su paso con excelente aprovechamiento por varias por los tiempos convulsos que corrían y a los que siguió la guerra. Se inició con cinco años en 1929 en la escuela de Ablaneo. Luego, pasó por las de El Cuarto de San Pedro, Repedroso y Santandrés. Finalmente, después de un parón de un año a causa del conflicto fratricida, ingresó en la recién constituida por el bando vencedor en El Lago  que regentaba Dª Pira. Los catorce años era la edad reglamentaria de  salida de la escuela pero debido, no solo a su aplicación sino también a su obediencia, la maestra  que al final la utilizaba como auxiliar en algunas tareas, le  permitió, excepcionalmente, permanecer allí hasta los dieciséis años. Corría el año 1940.  De su excelente memoria doy fe, pues, todavía con noventa y cinco años a cuestas,  recordaba todas las capitales de Europa y América, ríos y cabos de la Península y las antiguas regiones españolas con todas sus provincias, pues yo la examinaba todas las semanas. Pero no solo eso, sino también de otras cuestiones como definir un  volcán, un  desierto o una isla, decir unas breves palabras sobre Aníbal Barca y Hernán Cortés o recitar  algunos de los poemas  que Cervantes incluye en El Quijote como «Árboles, yerbas y plantas»  o «Es de vidrio la mujer».

Mina 40 años
.

En cada una de mis libros sobre el Valle siempre ha habido ocasión para extraer de aquella carpeta de recuerdos suyos, una anécdota, un relato o una simple información  que encajara en la confección de un determinado capítulo y ese acoplamiento no era difícil ya que se trataba de notas turonesas para un libro de Turón.

                                   La relación con ella, a raíz de la muerte de mi padre, fue, efectivamente, más estrecha, porque los años iban pasando inexorablemente y tuve que dedicarle una atención mayor,  primeramente por su viudedad y más tarde, desde  diciembre de 2007, por su enfermedad ósea.

Fue el principio de largas charlas en las que comenzó a contarme multitud de datos sobre sus vivencias  infantiles y las relacionadas con su adolescencia. Estaba gratamente sorprendido de su memoria fotográfica que me permitió rellenar muchas cuartillas (primeramente era ella misma, por deseo mío, la encargada de pasarlas al papel) sobre aquella época. Estas facultades eán plenamente justificadas pues cuando decía adiós a la escuela de Dª Pira en El Lago, lo hacía como la primera de la clase en las distintas disciplinas que allí se explicaban (Aritmética, Historia, Geografía, Ortografía, Caligrafía..), algunas de cuyas cualidades aún conservaba próxima al centenario. Lectora infatigable del Quijote, cuyo primer contacto lo tuvo a los siete años en la escuela de Ablaneo, volvió a reencontrarse con el mismo, una vez casada, pues mi padre disponía de un volumen editado a finales del siglo XIX.

Mina de Fresneo a los 40 años

Mina 82 años
2007. Mina de Fresneo a los 82 años

Entonces lo leyó y releyó infinidad  de veces. Recuerdo, siendo yo un niño todavía, como en ocasiones le comentaba a mi padre, con pelos y señales, cualquier pasaje de la obra cervantina mientras realizaban el trabajo cotidiano en la sastrería. Así fue como oí hablar por primera vez  del Caballero de los Espejos, del encantamiento de Dulcinea, de la novela del “Curioso impertinente”, de la carta de Teresa Panza a la duquesa, del suceso de los galeotes o de la condesa Trifaldi, todos ellos episodios llenos de humor y, asimismo, atiborrados de enseñanzas de la vida, que destilan de cualquier página del libro del  genial literato de Alcalá. 

                                                        La memoria prodigiosa de mi madre no dejaba de asombrarme en cada momento: aún recordaba  diversos poemas de Calderón de la Barca o alguna que otra fábula de Samaniego que venían intercalados en las enciclopedias antiguas  (algunos de estos yo tuve que esperar a verlos por primera vez en los libros de Literatura cuando estudiaba el Bachillerato); también, anécdotas con frases textuales pronunciadas por sus convecinos de las que fue testigo; incluso, de otras narradas por sus  numerosas hermanas y que quedaron grabadas en su mente de forma indeleble. Todo ello me ha permitido extenderlas sobre la crónica de nuestra tierra, en el lugar adecuado y en el momento oportuno, insuflándole un aroma especial. Lo curioso es que  la mayor parte de estos conocimientos generales los había adquirido ¡ochenta años atrás! y los recordaba perfectamente como en sus tiempos de la escuela primaria. Solamente la inoportuna Guerra Civil impidió que iniciara los estudios secundarios en Mieres del Camino. En su última etapa, precisamente en esta villa, con más de noventa años, yo la examinaba semanalmente de todos estos temas como un ejercicio de mantenimiento de la memoria y al oírla responder con tanta precisión a  mis preguntas, un día una compañera suya me preguntaba: «Su madre ¿qué fue maestra?» Mina, además, poseía todas las virtudes que pueden adornar a una mujer: prudente, honesta, nada murmuradora, desprendida, bondadosa y humilde. Cualidades de la belleza del alma que son las más importantes de las que puede estar orgullosa una persona. Que diga esto carece de valor porque yo era su único  hijo. Que lo aseguren mis familiares que aún están en este mundo, también puede parecer poco objetivo. Pero que así lo manifestaran, por ejemplo,  Francisca Delgado, vecina de El Lago, fallecida  en mayo de 2022 o Luz del Fabar  que la conocieron en profundidad,  tales afirmaciones, entonces, ya tiene más visos de verosimilitud.  

Mina de Fresneo a los 93 años

Su decisiva aportación a los libros de Turón, no se observa solamente en los  ejemplos señalados en líneas anteriores – citados por ser los más extensos- sino en otros muchos casos donde aparece  una sentencia en forma de poema o cualquier anécdota digna de ser contada. Esas notas imprescindibles, cual si fueran diminutas partículas de sal,  han sazonado la exposición, transmitiéndole ese sabor rancio a antiguo  que ha permitido enriquecer el relato de una época que ya nunca volverá. La aportación de mi madre, queda meridianamente explicado, ha sido extensa, rica y minuciosa, en muchos aspectos de la época campesina y minera que le tocó vivir en su infancia  y juventud.

                                             Por su colaboración ininterrumpida y fundamental en toda esta historia, por los sentimientos inquebrantables de admiración hacia nuestro Turón del alma que supo inculcarme, es de justicia que esta página  sea también dedicada a su recuerdo.

   En algunas ocasiones, suelo firmar con el  seudónimo “Litobeyman”  pero esto  no corresponde a ningún extranjerismo como, en principio, pudiera pensarse. Una persona como yo, tan arraigada en la tierra de origen  y tan vinculada  a  l´alcordanza  y al respeto de los antepasados que vivieron  en ella a lo largo de los siglos, que son nuestros ancestros, no podía allegar a mi propio nombre  ningún vocablo que sonara a exótico o forastero. Por eso estoy en la obligación de aclarar que Beyman (idea de mi progenitor) es un  acrónimo formado por las sílabas iniciales del nombre de mis padres (Belarmina  y Manuel). En definitiva, al unir el hipocorístico Lito al acrónimo Beyman resulta Litobeyman (tres personas en un solo nombre) y al usarlo soy consciente de estar haciéndoles  un pequeño homenaje a ellos a los que debo tanto.

Veinticinco de noviembre de 2019

                                              «Mina de Fresneo» acaba sus días en esa jornada fatídica a la edad de 95 años. Fue a las cuatro horas  y cincuenta minutos de la tarde. Estuvo ingresada apenas tres día en el Hospital «Álvarez Buylla» de Mieres. El desenlace fue rápido e inesperado. La causa: por posible neumonía o gripe, dijeron en el informe médico. En realidad, parecer ser que fue por «bronco aspiración a causa de atragantamiento persistente por ingestión de liquido  produciendo infección pulmonar» que el sistema inmunitario no pudo atajar a causa de lo avanzado de la edad

                                                       Mi madre  era lo que más quería en esta vida.  Transcurrieron  semanas del terrible suceso, ya han pasado meses, se sucederán años y aún me temblará el corazón al recordar aquella tarde fatídica. El pensar que ya no podré volver a hablar con ella en este mundo, me hace mucho daño y me cuesta tanto admitir esa triste realidad que ya soy consciente de que nunca podré superar aquel fatal acontecimiento.