MEMORIA GRÁFICA DEL TURÓN INDUSTRIAL (Tomo II)

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Portada del libro

CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES  DEL LIBRO

Dimensiones : 24 por  34 cm.

Nº de páginas : 280

Nº de fotografías : 450

Índice Lº VII
Índice del libro

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El Libro VII vio la luz  merced a la sugerencia de algunas veteranas turonesas.

                                                 Cuando presenté este  libro VII sobre el valle de Turón se produjo un milagro por partida doble. Esta nueva publicación era como un complemento del  «Memoria gráfica del Turón imdustrial (1880-1980)». Por eso lo titulé “Memoria gráfica del Turón industrial (Tomo II)”. El motivo de esta obra obedecía a una necesidad imperiosa pues algunas personas , sobremanera mujeres de cierta edad, se había dirigido a mí para  recordarme que muchas de las fotografías que, amablemente, me habían dejado, no habían visto la luz en los libros anteriores. En parte, tenían razón pero cuando se proyecta un libro hay que ponerle un límite al número de páginas. Esto, en ocasiones, es difícil de entender hasta para el mismo autor. Debido al abundante material fotográfico de que disponíamos, llega un momento en que, dolorosamente, hay que poner punto y final a la parte gráfica y siempre queda un excedente. Para enjugar ese soporte gráfico suplementario y, al mismo tiempo, cumplimentar aquella “exigencia” de algunas turonesas, no había más que una solución: publicar un nuevo libro que «solo» llevara fotografías.

 

SINOPSIS DEL «LIBRO VII»

                           En esta nueva entrega (450 ilustraciones y 280 páginas), el autor utiliza la fotografía como instrumento vehicular para obtener una singular historia de su valle natal,que pretende ser un examen del ayer y del hoy, de los hombres, también de las mujeres, que poblaron y pueblan el territorio turonés.       

               Aparece en el año 2012, más que como una necesidad,como una obligación con sus lectores,pues debido al cuantioso material fotográfico acumulado, según el propio Lito detalla en el prólogo, “no faltaron vecinos que nos reprocharon, esos sí, con cariño siempre, que ésta o aquella imagen, no hubieran sido publicadas después de habérnoslas cedido voluntariamente para tal fin”. Una falta de espacio era el problema. 

                     Por demás, en cuánto se refiere a su estructura interna, sigue la misma que exhibe el libro II de título similar, aunque la colección de fotografías que se presentan son diferentes y se hace la historia del Coro Minero en su segunda parte como una continuación de la que aparece en el libro «Memoria gráfica del Turón Industrial (1880-1980)» donde se trata la fundación  y primera época.

 (Editorial  2012)

La presentación en el Ateneo de Turón tuvo lugar durante las fiestas del Cristo de 2012 y se produjeron dos milagros.  Uno de ellos fue al principio.

                                               El caso es  que mi madre, por entonces, inválida de hacía unos tres años a causa de una severa osteoporosis que le había aplastado dos vértebras lumbares, como quedó oportunamente apuntado en su momento,

Mina Ateneo Lº VII
Turón 2012. Mina en el Ateneo el día de la presentación del Lº VII (Foto de Heradio González que envió para la revista «Vox populi» de Nicaragua)

estaba desde 2009 interna en una Residencia, pero casi siempre había participado en todas las presentaciones de mis libros, tanto en Turón como en Oviedo y Gijón reemplazando a mi padre ya fallecido que,evidentemente, era el otro gran entusiasta de aquella aventura literaria. Pero, en 2011, al presentar «El enigma de Turón», no fue posible su asistencia por una dolencia inoportuna y pensé que ya no habría otra nueva ocasión para ella. Sin embargo, afortunadamente, mi madre recuperó y, ahora, en 2012, estando bien de facultades mentales, a pesar de sus achaques físicos, pudo asistir  a la  presentación con la ayuda de una acompañante asistiendo, incluso, después a un pequeño refrigerio con mis amigos y familiares en un restaurante de la localidad. En resumen, tomando ciertas precauciones, pudo estar con nosotros, una vez más. Ese fue el milagro del comienzo en aquella tarde-noche. Allí, junto con mis amigos llegados de Oviedo que saben de su constante colaboración en los libros con   sustanciosos detalles que han sido vivencias de su infancia y juventud, fue un poco la protagonista del evento. Incluso uno de ellos, Lorenzo Carbajal, músico por más señas, le dedicó una canción con su acordeón como ya había hecho en ocasiones anteriores. Cuando regresamos a casa eran las doce de la noche y a sus 88 años no se sentía cansada. Primero la había cumplimentado Heradio, el poeta nicaragüense que me acompañó   en la mesa, así como  el periodista Luis de Ávila; luego, Baquero , tan detallista y educado como siempre, la consideró la verdadera protagonista de aquel día a causa de la edad pues era la decana de todos los asistentes en la sala. En definitiva, una gran jornada. Para mí y para ella y para todos. Yo al pensarlo quedaba asombrado: cómo, a veces, pasan cosas  que uno cree que no van a ocurrir jamás. Porque el año anterior, imaginaba que no iba  a haber otra ocasión para mi madre al verla tan debilitada y con tantos problemas físicos.  

El segundo milagro lo comprobamos al final de la velada literaria

                             Volviendo a la jornada del Ateneo, hay que reseñar que aquel quince de setiembre me enfrenté al reto más importante desde que comencé con esta aventura histórico-literaria. Esto tiene una explicación: el acto se había programado  a la misma hora que el festival anual que organiza el Coro Minero, el verdadero estandarte de nuestro valle ante el mundo del que estamos profundamente orgullosos todos los turoneses. La verdad es que ocurrió así porque los días de fiesta son pocos y los espectáculos muy variados y, en consecuencia, es fácil que se produzcan solapamientos indeseables como en este caso. Por otra parte, yo había solicitado aquella fecha con meses de antelación porque a toda costa quería dar a conocer este nuevo libro durante las fiestas patronales por primera vez y, en principio, me sentí un poco contrariado por aquella coincidencia en la hora con la importante actuación del Coro Minero.  

                                                            Las dudas que me entraron sobre la presencia de público a nuestro acto eran justificadas pero, a pesar del horario totalmente adverso que me tocó en suerte, la asistencia ha dicho acto fue más que aceptable como ha ocurrido siempre desde mi primer libro. Los turoneses, con muy buen criterio, supieron dividirse entre ambos acontecimientos. Este fue el otro milagro que se produjo aquella noche.  Al final, emocionado, nos vimos en la obligación de dedicarle al público un prolongado aplauso por su atención nosotros y con la nueva obra  que traíamos bajo el brazo. Aplauso que, el públíco, puesto en pie, nos correspondió con una cerrada ovación En el Ateneo, ese día, con el aforo cubierto prácticamente, los asistentes tuvieron la ocasión de comprobar la profesionalidad de Longinos Fernández, como coordinador del evento, la veteranía periodística de Luis José de Ávila, la actuación desenfadada de Nicanor Díaz en el comentario de la proyección fotográfica, y la fina ironía de Baquero que  con sus simpáticas anécdotas provocó la sonrisa de los espectadores en más de una  ocasión. Y que decir de Lorenzo Carbajal, estudioso permanente en la Escuela de Música de Oviedo que con mano maestra hizo hablar a su acordeón en el tramo final para deleite de todos los espectadores. El nicaragüense Heradio González, al que había conocido tiempo atrás en la asociación GRUCOMI, constituyó una novedad dado su orígen  americano  y gracias a su poder declamatorio, deleitó a los espectadores con la lectura del poema «Turón, fue mucho Turón» y de algunos versos de Rubén Darío del que se declaró estudioso y gran admirador. Heradio sentía, asimismo, una gran veneración por su madre a la que debía en gran parte su formación intelectual. Con ella  había vivido la mayor parte de su vida hasta la llegada de la Revolución sandinista, en que enferma y  desplazada a Guatemala por causa de aquel conflicto,  falleció en dicho país al poco tiempo ,no pudiendo auxiliarla  por encontrarse retenido en Nicaragua, lo que le supuso un importante

Lito aplaudiendo a l publico
Al concluir el acto, Lito se dirige al público, agradeciendo su presencia. A su lado Heradio el nicaraguense; detrás, Longinos y Lorenzo recogiendo la partitura (Foto Antonio Fernández).

trauma.  Por eso, sabedor de la colaboración de nuestra madre, de su constante participación en los libros de Turón y que, a pesar de sus achaques, se hallaba presente en la sala, tuvo la gentileza de ir a saludarla al finalizar del  acto. Pero no solo eso. Heradio, como corresponsal en Asturias de  la revista «Vox populi» de Matagalpa , solía enviar periódicamente a Nicaragua un artículo describiendo  la actualidad cultural de nuestra comunidad asturiana de la que él mismo era partícipe en determinadas ocasiones. Esta vez, al hablar del acto  celebrado en nuestro valle aprovechó, foto incluida, para dedicarle a Mina unas  cariñosas palabras con ese gracejo latinoamericano que le hacen a uno brotar de los labios, inevitablemente, una sonrisa de agradecimiento. Decían así : «En la gráfica, en el centro y en primer lugar, la dulce madrecita de Lito Dª Mina de Fresneo, que asiste ilusionadamente a la presentación del libro <Memoria gráfica del Turón industrial (Tomo II)>, magistral  obra (sic) de su amado hijo Lito, Manuel Jesús López González».

                                                   Desde esta página, no me queda más remedio que decirte:                                                          –«¡Gracias, amigo Heradio, por tu delicadeza hacia mi madre! Por lo demás, te has pasado un poquito».

                                                  Como se puede observar, este acto, que quedó grabado en mi memoria de forma especial, fue, simultáneamente, emotivo  y brillante.

En Oviedo, entre otros,estuvo presente, una vez más, el coronel Rufino Díaz.

                                            El siguiente fin de etapa fue Oviedo. La presentación del libro en el Club Prensa Asturiana mereció especial atención por parte del colectivo turonés. Tenemos a gala el manifestarlo y ello nos llena de legítimo orgullo. Ese día, el 22 de octubre, ante una numerosa concurrencia,  me acompañaron en la presentación Longinos, Ávila  y Heradio, encargándose Andrés Palicio de la explicación de la proyección fotográfica. En esa velada, tuvimos la ocasión de contactar, entre otros, con Aquilino de Urbiés, el futbolista del Deportivo Turón, Ciano de «Los cuarteles Nuevos», Tino del Trichuru, Marta de Misiego, Blanca del Escobal y su marido Ino de Tablao, Juan Luis  y su madre Lena de Enverniego, Esteban de Los Barracones, Jesús  y Pili de La Noval, Senén de Candanal, José Ramón el de Clotilde de Urbiés…Allí estaban también mis amigos incondicionales del Ayuntamiento de Oviedo: Segundo de la Policía Local, Ron de Estadística, Félix y Gonzalo de Inspección de Tributos, Javier del Registro General, José Antonio de Organización y Sistemas, Luis de Medio Ambiente…. No era la primera vez que teníamos entre el auditorio a un militar de alta graduación del Ejército de Tierra ( coronel Díaz), a un titulado de la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos (Macías), a un campeón nacional de padel (César) y a un futbolista de la 1ª División ( José Luis Quirós) , todos ellos, lógicamente, relacionados con nuestro valle. Por eso, también,  Turón es grande. No faltó a la convocatoria mi madre, convenientemente asistida y acompañada, tan frágil ella y a pesar de estar limitada por su enfermedad ósea. No obstante haber cumplido los ochenta y ocho años, su lucidez y mi insistencia, le permitieron disfrutar de la jornada cultural. Su presencia fue otra de las satisfacciones experimentadas aquella tarde pues no me canso de referirme a su excepcional  memoria: aún recordaba todas las regiones, provincias, ríos, cabos, golfos españoles y  capitales de Europa y América o definiciones tan básicas como el concepto de península, desierto, cabo o volcán. Todo ello fruto de su gran aprovechamiento de los años  en que cursó los estudios primarios. 

Mina Oviedo Lº VII
Oviedo 2012.Mina con 88 años acompañada por su cuñada Lena; detrás se encuentran el primero y tercer presidente de GRUCOMI, Pedro Fandos y Mayte Bravo, respectivamente. (Foto Antonio Fernández)

                              Para el mes siguiente, teníamos la intención de desembarcar en Gijón con nuestra maleta viajera repleta de recuerdos  y añoranzas. En su interior llevaríamos el mensaje de Turón que era, cómo no, la esencia de nuestro último libro.

                              En nuestro particular final de trayecto, cada vez que sacamos a la luz un nuevo volumen sobre el valle de Turón, es siempre la ciudad playera nuestro último destino en atención a la amplia colonia turonesa que ha asentado allí su domicilio.  Asimilando las presentaciones a una clásica del ciclismo  podemos decir que la primera etapa comienza siempre en Turón (no podía ser de otra manera), tiene un sprint especial en Oviedo y una meta en Gijón. Aquí se realizó el 26 de noviembre a las ocho de la tarde y el lugar elegido esta vez, fue el salón de CAJASTUR «Monte de Piedad» en el número 2 de la plaza Monte de Piedad. Como Carlos Iglesias del periódico «El Comercio» había alcanzado la edad de jubilación, entonces recurrí al representante de «La Nueva España» para esta clase de eventos  y el libro se presentó bajo el patrocinio de  este último diario.

Ante la hostilidad de la meteorología, y bastante contrariado, me vino a la mente aquella famosa frase de Felipe II: «Yo no vine a luchar contra los elementos»

                                Nos esperaba otra sorpresa nada agradable como prólogo de la presentación, pues una hora antes de comenzar el acto cayó una monumental granizada que en pocos segundos cubrió las calles de Gijón de un espeso manto cual si de una copiosa nevada se tratara. Daba la impresión como si fuerza implacable de la naturaleza se hubiera confabulado  contra nosotros para reventar el acto. Este contratiempo nos traía a la memoria la amarga experiencia pasada en la presentación del libro «En busca del Turón perdido», años atrás. Esta vez la tremenda granizada en el preciso momento en que la gente se disponía a salir de casa- las siete de la tarde- no presagiaba nada bueno. Efectivamente, esto disuadió a una treintena de personas, al menos, según me testimoniaron telefónicamente, entre los que se encontraban los ex futbolistas Celsín, César y Pano, Mari Paz Copado, Juanjo Fidalgo, Tere Collantes y Mari Carmen la de Antonio del Fabar. Unos por su delicado estado de  salud, otros por su avanzada edad, algunos porque vivían en puntos alejados de la ciudad y todos ellos por las bajas temperaturas que marcaba el termómetro desde las primeras horas de la tarde que de ningún modo animaba a salir de casa.  Tanto más cuanto al aproximarse la hora señalada, aún seguía el tiempo  desapacible, pues  la lluvia no había cesado.

                                       Cuando suceden estos inconvenientes inesperados, siente uno cierta decepción por varios motivos. Hay que  pensar que la investigación y posterior elaboración  de un libro siempre supone varios años de dedicación. También para la presentación del mismo se  necesita el apoyo de diferentes personas y entidades y eso se traduce en la dedicación de otra buena parte del tiempo durante una temporada. Si después de todo esto, la meteorología te juega una mala pasada en el momento más inoportuno intentando cargarse el evento porque solo hayan asistido  una decena de personas como oyentes, eso, inevitablemente, duele en el alma.  En eso pensaba yo cuando faltaban veinte minutos para iniciar el acto. Me acordé de la frase de Felipe II al conocer el descalabro de la flota enviada a Inglaterra. «Yo no envié a mis naves a luchar contra los elementos».

                                            Al acercarse la hora señalada fueron llegando, eso sí, provistos de paraguas y ropa de abrigo, algunos conocidos como José Luis, el futbolista, hijo de Benino el del chigre de Tablao, Arturo» Cardíaco» el del Coro, Faustino Carreño de Misiego y su mujer  Marta, Ramón el de Oliva y su esposa Mayte Fraile, Daniel el sastre  y su mujer Margot…Se fue animando el ambiente, poco a poco, pues luego tuve la ocasión de intercambiar algunas palabras con nuestro futbolista internacional Redondo, que no veía desde los tiempos en que, siendo estudiante de Bachillerato, acudió a mi academia de Matemáticas en La Felguera de Turón, en la década de los años setenta( venía acompañado de su tío José Luis García Palacios). También me saludó una hija de Aníbal Díaz, el magnífico jugador de bolos. Natalia había sido mi compañera de estudios en la academia de Bachillerato que  Cesáreo Freije Carvajales tuvo en La Veguina en los años cincuenta; además, estuvieron presentes, Charo Castañón de Villabazal que era sobrina de Luis Vital, Paco, hijo de mi buen amigo, el inolvidable Félix Fraile…

                                             La hora de las ocho de la tarde se iba acercando y seguían apareciendo turoneses en la sala como mi prima  Carmen, su esposo Julián de Santandrés y el padre de éste, Daniel del Gabitu con 94 años a sus espaldas, hecho un verdadero jabato pues su asistencia tuvo un doble mérito: el de la edad y el de estar allí presente con la que estaba cayendo en el exterior. No podían faltar, como siempre sucede en estos casos, la presencia de gentes que no son oriundas del Valle pero que por uno o por otro motivo acuden a este tipo de actos. Es el caso del matrimonio formado por Isolina de Tuilla y José Manuel García del Entrego junto con la hija de ambos, Nuria, economista y con sus 24 años cargada ya de cursos extraordinarios y diplomas; sin olvidarme de otro amigo Alfredo Sánchez de Laviana. El reloj marcaba las 7,55 y seguían llegando invitados: Fermín Fidalgo, una hija de Mª Valentín que vivió en El Lago, Pili de La Fernansueria y su vecina Pilar Pallarés, “niña de la guerra” que había nacido en El Gabitu. También había otras personas, como siempre ocurre en estos casos, que no conocía personalmente, que no había visto nunca, pero que de alguna manera estaban relacionadas con el Valle. Muchas de ellas, en este día, al igual que  en otras ocasiones anteriores, se  dirigían a mí o me las  presentaban para indicarme la familia turonesa a la que pertenecían. Ahora me vienen a la memoria, los nombres de algunas de ellas en otras presentacions en Oviedo como la viuda de Magín, el que había sido capataz en el grupo Santo Tomás, una mujer de la familia Urosa de La Cuadriella cuyo nombre no recuerdo, o el presidente de ASPET (Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo), el escritor  lavianés Carlos Cuesta,

                                                Cuando comenzó el acto en aquella tarde-noche intempestiva, el salón estaba magníficamente adornado de turonistas. Una vez más se había derrotado a la climatología aunque, a fuer de ser sinceros, el vencedor era un colectivo muy concreto, el de los turoneses, a los cuales, de nuevo,  a través de estas líneas, me dirijo, rindo homenaje y reitero mi agradecimiento por su apoyo y su fidelidad. Me emociono siempre al recordar estos encuentros. Por eso tengo que decir a voces, a gritos si es preciso, como si estuviera extasiado que ¡los turoneses sois formidables!

                                      Para aquella ocasión nos acompañó, una vez más, (desgraciadamente sería la última por su fallecimiento posterior) Manolito Baquero, conocido por todo el mundo,  comprometido con el Valle y   hondamente preocupado por las desgracias que le abatían; también estuvo en la mesa Celso Peyroux, escritor, poeta y cronista oficial de Teverga. Celso es, además, una persona comprometida con la sociedad, debido a sus actividades humanitarias en diversos países de América. ¿Y qué decir de Nicanor Díaz? que sería el responsable de comentar la proyección fotográfica sintetizando en treinta imágenes el apartado gráfico el libro. Nicanor era, en esa época,  el gestor de una importante empresa de licores radicada en Gijón pero, además, un experto en Historia.  Y no digamos  en lo que se refiere a Julio César, Cicerón, el gran Aníbal, Marco Aurelio y todo lo que tiene relación con el Imperio Romano ya que puede comenzar una conversación sobre el tema y no tener fin. Pero aquel día, «solo» le dejamos hablar de Turón.

Días más tarde, Ávila, en la revista digital «Asturias mundial», como participante en la presentación del Libro VII de Lito Beyman «Memoria gráfica del Turón industrial (Tomo II)» escribe otro artículo que tituló : 

«TURÓN DA PARA ESTO Y PARA MUCHO MÁS» 

                                                      «Turón da para esto y para mucho más, dijo ayer en el Ateneo de la que fuera importante zona minera Manuel Jesús López “Lito”, autor del séptimo libro sobre Turón en el que se recogen mediante fotografías y textos la memoria industrial de este pueblo que llegó a tener 8.000 mineros en su época de esplendor y que hoy no tiene ninguno, solo jubilados.

                                                     Cuando yo comenzaba como plumilla en el periódico Región de Ricardo Vázquez-Prada en 1964 un turonés de pro, al que ayer tuve la oportunidad de abrazar, Manuel Menéndez Baquero “Manolito”, me invitó a dar el pregón de las fiestas en la desaparecida sala «María Luisa». Fue mi primer pregón y recuerdo muy bien la tarde noche lluviosa y yo subiendo el Padrún y la Rebollada con un Cuatro Cuatro de tercera mano al que no le funcionaba el limpiaparabrisas por lo que lo llevaba atado con un cordel y untaba el cristal con jugo de patata. “Manolito” tiene hoy 87 años, está sordo pero dispone de un vozarrón propio de un tenor de primera división. Es toda una institución en este pueblo en donde, como en el resto del Principado, casi todo está en venta o cerrado. Graduado social “Manolito” fue librero y durante 29 años corresponsal de La Nueva España inmortalizando a Turón y muchos sus problemas. Fundó y promovió el movimiento Pulso por Turón siendo el autor de las iniciativas que tras años de luchas y reivindicaciones lograron la reconstrucción del principal barrio del pueblo, el de San Francisco.

                                                     El autor del libro Manuel Jesús López “Lito” se acaba de jubilar como destacado funcionario del ayuntamiento de Oviedo y con sus libros y escritos es como una voz que clama en el desierto regional contra la desertización de Turón, el patito feo de Mieres y del valle del Caudal. Sin ayuda de ningún tipo, costeándolos de su bolsillo, lleva publicados siete libros sobre la historia de Turón cuyas minas -San Víctor, Santa Bárbara, Figaredo, San José…- son hoy reliquias industriales, en pleno abandono pero que en su momento, hace un siglo, por ellas se llegaron a extraer 100 millones de toneladas de hulla, ahí es nada. En el acto intervinieron Longinos Fernández, técnico del ayuntamiento de Oviedo, que actuó como presentador, “Manolito”, siempre tan emotivo, Heradio González Cano, doctor en Derecho y poeta nicaragüense que hizo que al respetable se les pusiese la carne de gallina con sus versos, Andrés Palicio, funcionario del ayuntamiento de Oviedo y comentarista de la proyección fotográfica, y un servidor. No estuvo presente, y lo siento, el alcalde del concejo, Anibal Vázquez, por encontrarse en Torremolinos al frente de una delegación mierense ya que este concejo fue el pasado viernes el protagonista del Día de Asturias que cada año por estas fechas organiza el Centro Asturiano de Málaga que tan acertadamente preside Florentino Martínez Roces, pero si dedicamos el aplauso más intenso del acto a Mina, la madre del autor del libro, que pese a sus 88 años no se quiso perder la apasionadas defensa que Manuel Jesús López hizo de su tierra.

                                                                 Creo, por tanto, que iniciativas personales, al estilo de la soledad del corredor de fondo, como ésta de Manuel Jesús López merecen el reconocimiento y el apoyo no solo del vecindario de Turón sino de los asturianos en general. Allí estaba una de las fuerzas vivas de Lugones, José Antonio Coppen, quien es en dicha localidad -con el corazón dividido entre Oviedo y Siero- el “Lito” de Turón. Al regreso me detengo un momento en el polígono La Cuadriella. Un fallido intento, uno más, de reindustrializar la zona y que, como tantas iniciativas en las comarcas mineras, falló. Recuerdo cuando en el inicio de la década del 2000 un por entonces pletórico vice presidente primero del Gobierno de la nación llamado Francisco Alvarez-Cascos acudió a poner la primera piedra de dicho polígono siendo alcalde Misael Fernández Porrón. Total ¿Para qué?. Turón sigue igual de muerto o más. Solo las inolvidables canciones del Coro Minero contribuyen a elevar la moral de esta población desde hace años dejada de la mano de Dios».